Otros métodos incluían una iglesia que tenía dos accesos, uno del lado del gueto y el otro en el lado ario de Varsovia. Los chicos entraban a la iglesia por un lado como judíos y salían por el otro como cristianos.
Irena Sendler es sin dudas una heroína en su país y en el mundo. Ella, frágil pero temeraria sacó del gueto de Varsovia a 2.500 niños judíos. Los sacaba del gueto de las formas más inverosímiles. Luego los ocultaba en familias católicas y en conventos para evitar que acabaran en los terribles campos de concentración nazis. Para salvaguardar la seguridad de los niños, escondía sus nombres y sus nuevas identidades en botes de conserva que enterraba bajo un manzano cercano a su casa. Su trama fue descubierta por los nazis y fue condenada a muerte, pero los resistentes polacos lograron rescatarla de manos de la Gestapo cuando era conducida al patíbulo. Por su labor, fue propuesta en el año 2007 por Polonia para recibir el premio Nobel de la Paz, que finalmente fue a parar al norteamericano Al Gore.
"Me educaron e la idea de que hay que salvar al que se ahoga, sin tener en cuenta su religión o su nacionalidad", le gustaba decir. Nació en febrero de 1910 y trabajaba en Varsovia como asistente social con familias pobres judías antes de la ocupación nazi. Desde el otoño de 1940, comenzó a arriesgar su vida para llevar alimentos, ropa o medicinas a los judíos confinados en el gueto de la capital polaca. Unos 450.000 judíos fueron hacinados en un barrio de Varsovia, del que luego fueron trasladados a campos de concentración, sobre todo al de Treblinka.
En 1965 la organización Yad Vashem en Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las Naciones y se la nombró ciudadana honoraria de Israel.
En noviembre de 2003 el Presidente de la República, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca. Irena fue acompañada por sus familiares y por Elzbieta Ficowska, una de las niñas salvadas, “la niña de la cuchara de plata”, pero esta es otra historia.
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