ESCENA 6ª
GROSSERMANN y GUTTERMANN
GROS. (Que sale del cuarto apresurado a tiempo para oír el «¡ay de mí»)-¿Qué, sufres?
GUT. No, no, Grossermann; pensaba en ti.
GROS. (Receloso.) Parecióme que sufrías.
GUT. Pues de veras que sólo pensaba en ti.
GROS. ¿De veras?... mal haces,-mal.- ¿Sufres, y no lo dices a tu amigo? He aquí una deslealtad.-
GUT. No, no: tú sabes que no hay para mí alegría ni pesar que no sean tuyos.-
GROS. Me engañas esta vez.-¡Egoísta!-Engáñame, tú que puedes: harto castigo tienes con experimentar que hay un tormento mayor que sufrir, y es sufrir solo.
(llevando a Gut. al centro de la escena): ¿dónde hallas tú más alegría que en la confianza? ¿Dónde-después del amor de una mujer-hallas tú nada más hermoso que la amistad? Siente un alma honda pena que la martiriza y la devora; viértela en un pecho amigo;-con él abrázase,-en él llora, y parece como que el pecho queda por instantes vacío de dolor.
-La amistad es la ternura del amor sin la volubilidad de la mujer.
-No hay dolor más terrible que el que a todos callamos;-no hay más hirvientes lágrimas que las que al brotar de nuestros ojos van gimiendo hasta el suelo sin que una mano amiga las recoja para sí.
-Ves tú en mí hermano cariñoso, y ¿callas, hoy que sufres?-mal haces, mal. Ven a mí.-Si un pesar te agobia, hazlo mío, y será más leve para ti.
-Si una traición te inquieta, castígala y olvídala,-que hace daño acordarse de un traidor.
-Si una amante te engaña, perdónala sin olvidarla,-que el recuerdo de un amor perdido educa el alma en la hermosa enseñanza del dolor.
Si alguien te ofende-sin rencor, sin odio, sin ira, de tal manera vuelve por tu dignidad que nadie más te ofenda.
Y si amoríos estériles te agitan, déjalos morir sin pena,-que pierde el hombre para la vida verdadera todo el tiempo que en ellos malgasta.
-Pero ofensa o amor, traición o maldad, recuerdo o mal presente,-ven a mí,-conmigo pártelo,-divídelo conmigo:-que suelen abrumar las penas el cuerpo humano impotente, y es ley hermosa de almas que el amigo ayude al amigo y comparta con él su pesadumbre.-¿Qué tienes, Guttermann?
GUT. Vergüenza de mí,-placer de hallarte cada día mejor.-Perdóname, perdóname tú; ¡pero no quiera nunca tu desventura saber cómo turba el espíritu, cómo teme del aire, cómo no hay acabar para la mancha del honor!-
GROS. Pero ¿quién te hiere así? ¿quién te ofende?
GUT. Oféndeme la que yo había criado para mi cariño, la que yo quería más que a ti.-
GROS. ¿Mujer?
GUT. Tenía yo una hermana...
GROS. ¿Que tu hermana ha muerto?
GUT. Tenía yo una hermana... (en el mismo tono)-¿Vive la mujer extraviada? ¿Vive la criatura manchada? ¿Vive el deshonor?
GROS. ¡Un infame ha labrado tu desventura! ¡Un infame ha envilecido su pureza!
GUT. ¡La ha hecho torpe y vil!-Ahí tienes, ahí tienes tú cómo mi hermana ha muerto ya.-(Estas últimas frases agitado.)
GROS. (¡Otra mujer que hace sufrir a otro hombre honrado!-¡malvada mujer!) Descansa, amigo. ¿Cómo fue?
GUT. Era ella honesta criatura.-Niña aún cuando era yo hombre, niña sin madre, guiéla yo con besos de mis labios y flores de mi amor.-La vi nacer: la vi crecer; míos fueron su beso primero y su primera caricia, hícela a semejanza mía, y nada hay que regocije tanto como ver a un alma que nace con nuestros besos y a nuestro calor.-Y así fue niña, y la amé.-Y así fue mujer,-y busqué para su bienestar mayor trabajo,-y ocupaba laborioso todas las horas del día, y hubiera querido que el día tuviese más horas, porque me produjesen para ella más.-Y cuando yo buscaba en el trabajo riqueza para ella;-cuando hasta verla dichosa sacrificaba yo contento las vehemencias de mi alma; ¡otro hombre ocupaba en robármela las horas que en trabajar ocupaba yo; otro hombre saciaba en ella-no amor, que esto fuera noble,-infamias de su voluntad que me ha robado el honor!
GROS. (Amigo infeliz.)
GUT. (Con dolor creciente.) ¡Y aquella obra de toda mi vida, aquella flor de mis anhelos, se me fue en un día, se me fue en brazos de un villano y miserable amor!
GROS. Y ¿has callado tanto tiempo?
GUT. (En la misma entonación.) Y no hubo para mí descanso. Cuando volví de un día afanoso, cuando le llevaba como cada día un regalo que halagaba su deseo, cuando a ella iba en busca de mi única paz,-y hallé sin mi ángel mi hogar, sin sus brazos mis brazos, sin su voz mis oídos, sin aquel amor tan hondamente atesorado en mi corazón, ¡sentí que la cabeza se me abría, que el corazón se me rompía, que la razón se iba de mí!
GROS. ¿Mas no supiste adónde fueron?
GUT. Y pasó tiempo, y los busqué sin descanso, como un cuerpo huérfano de alma buscaría su alma por toda una eternidad.-Y en vano los busqué.
06 October 2010
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