Mientras que miro hacia afuera desde El puerto de Paita, realizo que mi vida es solamente una gota en el océano del tiempo. La sostengo y la amo, viajando lejos y viendo mucho, pero esa sola gota de mi vida nunca sera parte de un océano cuyo nombre es "Pacífico."
Viví en una época de revolución, cuando los países del mundo lucharon para su independencia, cuando Napoleón destruyo casi toda Europa, y cuando la guerra marchó a través del mundo. Ha sido solamente en estos años, recientes que he encontrado la paz. Pero aun hay una cosa que no me deja tranquila: mentiras.
Oyendo hablar de muchas recientes distorsiones, o negligencias, de hechos históricos referidos a la revolución sudamericana contra el yugo español, algunos incluso publicados por los que estaban allí y conocían mejor los hechos. Yo empiezo a sentir la necesidad de debo escribir una historia que diga la verdad. Más adelante, cuando oí hablar de la cancelación de la verdad, como aquellas escritas por mi amigo el general O’Leary, sentí que ya no podía tener mi pluma ociosa.
Hoy, cuando escribo esto, Simón Bolívar está siendo aceptando en su legítimo lugar en la historia, como héroe. Esto no ha sido siempre asi. En los años que siguieron su muerte en 1830, el fue olvidado e infangado por las ordernes de sus enemigos políticos. Al menos ahora, 25 años más tarde, el está siendo recordando como héroe.
Sus enemigos deben entender que no pueden suprimir a largo plazo su grandeza. Sin embargo ellos ahora han decidido decir otras mentiras. Ahora, desean alinearse con su grandeza, Bolívar se está transformando en un icono, un simple cuadro, un mito que sirva solamente a fines políticos.
Como cualquier otro hombre, Simón Bolívar no era un ideal, ni un mito, ni una figura romántica que siempre hizo lo justo; él era un hombre de una energía turbulenta y vivas contradicciones. Yo no se si tengo la aversión de que el sea pintando sin profundidad o, como antes simplemente ignorado por todos. También me fastidia que al mismo tiempo que esa negligencia y oscurecimiento, dirigida a él después de su muerte, ahora sea dirigida a nuestro amor.
Yo, quien estaba allí para proporcionarle cariño y ayuda a mi amigo y amante en los años de sus más grandes dificultades; Yo, quien salvo su vida; Yo quien lo ame completa e incondicionalmente, he sido vista por aquellos que ha escrito la historia como un defecto en su vida "perfecta".
Nuestra relación ha sido llamado ilícita porque fue santificada por no otra religión que nuestro puro amor, y así que no podría ser llamada. Me han llamado una "mujer pública" porque me atreví a amar y a permitir que el hecho que mi amor fuera conocido. Mis contribuciones a la revolución han sido llamadas exhibicionistas porque fui ostentosa en mis métodos sin curarme de quien expusiera la verdad. Mi implicación en la fabricación del nuevo mundo fue llamada insignificante porque yo fui "solamente una mujer". Estas injusticias son las razones que me obligaron a empezar este trabajo sobre mi relación con la historia.
Me prepuse originalmente hablar solamente de mis años con Bolívar. Sin embargo, el acto de contar esta historia se ha convertido en un acto de meditación, que, sin quererlo ha traído paz a mi vida, y yo he deseado paz por mucho tiempo. Como vuelvo atrás la mirada al panorama del tiempo, descubrí una profunda comprensión de la última mitad del siglo pasado que las acometidas de la vida me han permitido vivir. La primera parte de mi vida me proporcionó mucho del significado de la última parte. Yo me he visto menos y menos interesada de dar un soplo a mis enemigos y su indiferencia ante la verdad, y mas intrigada con la expresión de la belleza que encontré en mis memorias. Esta historia es mi vida entera.
Yo espero. Querido lector, que tu también puedas encontrar belleza en una vida vivida durante un tiempo de Guerra, cuando el mundo cambio para siempre.
Manuela Sáenz
12 May 2011
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