En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo.
Pero ¿qué ocurre cuando la timidez sacrifica un amor adolescente? ¿Y qué sucede cuando, al cabo de los años, el destino hace que una mujer reencuentre a su amado? A ella, la vida le ha enseñado a ser fuerte y a dominar sus sentimientos. A él, que posee el don de la curación, la religión le ha servido como refugio de sus conflictos interiores. Pero a ambos les une un solo deseo: el de cumplir sus sueños.
El camino que habrán de recorrer es escabroso, y el sentimiento de culpa un obstáculo casi insalvable. Pero será a orillas del río Piedra, en un pueblecito del Pirineo, donde ambos descubrirán su propia verdad.
"Esperar duele. Olvidar duele. Pero el peor de los sufrimientos es no saber qué decisión tomar."
A orillas del río Piedra me senté y lloré es una novela fascinante y tierna que, con una prosa poética y transparente, nos sumerge de lleno en los misterios últimos de la vida y el amor. Como dijo Kenzaburo Oe (premio Nobel de Literatura 1994), Paulo Coelho conoce los secretos de la alquimia literaria.
"A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que lejos de mis ojos y de mi corazón todas esas aguas se confunden con el mar."
Tras once años, una mujer se reencuentra con su amado. La última vez que se vieron eran todavía adolescentes. Hoy, la vida los ha llevado por caminos muy distintos: ella vive en Zaragoza, prepara oposiciones y ha aprendido a dominar sus sentimientos. Él ha viajado por todo el mundo, posee el don de la curación y ha encontrado en la religión un refugio para huir de sus conflictos interiores.
Pero en el reencuentro, a ambos los unirá un único deseo: el de cumplir sus sueños.A orillas del río Piedra me senté y lloré es una novela sobre el amor y la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo.
"Que mis lágrimas corran así bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por él. Que mis lágrimas corran bien lejos, así olvidaré el río Piedra, el monasterio, la iglesia en los Pirineos, la bruma, los caminos que re-corrimos juntos.
Olvidaré los caminos, las montañas y los campos de mis sueños, sueños que eran míos y que yo no conocía."
El motivo principal de la obra es la búsqueda del amor, de la felicidad, de la identidad personal. Este tema se desarrolla durante todo el relato, cuando Pilar parte en este viaje, sin siquiera saber que cambiaría totalmente su vida.
Ahí, sin darse cuenta, el seminarista, amigo de la infancia, le enseña y la hace darse cuenta de que está viviendo como una persona que no es realmente ella. Se encuentra atada por sus propias cadenas, y se auto convence de que cualquier riesgo es malo e innecesario cuando se trata de su vida y cuando su futuro está en juego.
Gracias a la ayuda de su gran amigo y amor, Pilar descubre en ella esas ataduras, y de inmediato lucha por desatarlas, por liberarse y por seguir sólo sus instintos, por no "pre"ocuparse demás, por quizá no planear tanto las cosas, y a la vez de vivir y disfrutar el presente, que es lo que realmente vale la pena.
La protagonista y el co-protagonista viven una serie de episodios que ayudan a definir sus vidas, y a darse cuenta de que sus caminos están juntos.
"Me acuerdo de mi instante mágico, de aquel momento en el que un «sí» o un «no» puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que no sucedió hace tanto tiempo y, sin embargo, hace apenas una semana que reencontré a mi amado y lo perdí.
A orillas del río Piedra escribí esta historia. Las manos se me helaban, las piernas se me entumecían a causa del frío y de la postura, y tenía que descansar continuamente."
En la novela, ambos protagonistas, cuando deciden construir juntos sus caminos, se entregan el uno al otro, renuncian a cosas muy preciadas para ambos y se encaminan por un sendero incógnito, donde se arriesgarán a mantener ese amor mutuo por toda la vida, a llegar muy lejos y a, simplemente, ser felices. Pilar deja a la Otra, pero ésta siempre seguirá rondándola y buscando el momento preciso para volver, por lo que debe ser muy fuerte y soñadora para poder seguir adelante.
Por su parte, el seminarista renuncia a su don, el de la curación de enfermos, pero por un error, debido a que estaba confundido y no sabía si dirigir su amor a Dios directamente a Él o por medio de Pilar. Juntos descubren una opción, que es definitivamente la mejor, se entregan mutuamente y comienzan a recorrer este inconcluso camino.
".....Yo también lo cogí por los cabellos, lo abracé con toda mi fuerza, le mordí los labios, sentí que su lengua se movía dentro de mi boca. Era un beso que había esperado mucho, que había nacido junto a los ríos de nuestra infancia, cuando todavía no comprendíamos el significado del amor. Un beso que quedó suspendido en el aire cuando crecimos, que viajó por el mundo a través del recuerdo de una medalla, que quedó escondido detrás de pilas de libros de estudios para un empleo público. Un beso que se había perdido tantas veces y que ahora había sido encontrado. En aquel minuto de beso estaban años de búsquedas, de desilusiones, de sueños imposibles.
Lo besé con fuerza. Las pocas personas que había en aquel bar debieron de mirarnos y pensar que aquello no era más que un beso. No sabían que en ese minuto de beso estaba el resumen de mi vida, de su vida, de la vida de cualquier persona que espera, sueña y busca su camino bajo el sol.
En aquel minuto de beso estaban todos los momentos de alegría que habia vivido...."
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