27 May 2011

CERRANDO CIRCULOS, Paulo Coelho



Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte. La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio. Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida. Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate. Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

Paulo Coelho

15 May 2011

Breverias, Francisco Alvarez Hidalgo

Breverías
2361

Mi lecho casi vive,
ve y respira,
y en noches solitarias
me pregunta
por qué tu leve peso
no lo oprime.

Antes de responderle una mentira,
prefiero enmudecer;
 mas él barrunta
que mi silencio
la verdad suprime.

Mi lecho me conoce,
y se entristece.
Se ofenderá,
si ya no te aborrece.

14 May 2011

Cartas al viento


"Hay algunos que dicen
que todos los caminos
conducen a roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche
al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia
 y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre
 besando mi boca."


Hoy, quiero escribirte y que no me leas, hoy, quiero tenerte y que estes conmigo, hoy quiero llorar tu ausencia y tocar tu recuerdo, hoy escribire poesias al aire, abrazare tu recuerdo y bailare a solas contigo entre mis sabanas.
Benditos sean esos brazos que te abrazan y esa boca que hoy te besa, bedito seas tu y tu magia encantada que me enseño que amando la vida no se acaba, que la felicidad existe, y que la pasion la acompaña.
Hoy vivo diferente, hoy camino un camino que extrañaba, hoy me acerco a los niños, hoy recuerdo la patria y tu recuerdo me llega en aquella cancion o en tu mirada y en aquellas manos dulces que a mi me acariciaban y no logro entender por que aun me llaman, y las siento en mi pecho y alli, en la esperanza, con los besos calientes de tu boca y de tus ganas.

"Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido."

fragmento de Luis Eduardo Aute




Respuesta al viento:

Cuan vacias estan las paredes pintadas de recuerdos, preñadas de culpas y desatinos. Cuantas huellas de sangre que van dejando los corazones, arrastrados y heridos como caracoles sin coraza. Cuanto hiere el silencio a la mariposa que vuela, en pos del sonido de la flor. Que dificil es olvidar, que facil es perdonar, que terquedad inmensa la de alejar amigos y acercar soledades. Como es posible que un dia de la nada surja todo y otro dia todo se me convierta en nada? Todos los caminos conducen a Roma, excepto el mio, que me conduce a la soledad. Es muy facil verme, solo sientate al amanecer mirando al cielo y en cada estrella que va desaparenciendo, muriendo, ahi estoy yo, no como antes, pero a tu lado.


Se van apagando estrellas, se va silenciando el alma,
 ya se que te fuistes lejos, que eres feliz, y que amas, 
que te sonrrie la vida y que a veces en tus sueños
 estoy yo, y tu, y la nada, y que te acuerdas a ratos,
de alguna frase lejana, o de algun amanecer,
que tuvistes en mi cama o en aquel lugar secreto 
en que dije que te amaba.
Ya se, que casi me olvidas, que es solo cuestion del alba,
que mañana es otro dia y que el tiempo y la distancia,
y el silencio y la codicia, y la bruma y las girnaldas,
y tu empiezas otra vida y yo me quedo estancada
con mis ideas absurdas, con la justicia
y las ganas, de que un dia tu lo entiendas,
que amando se educa el alma, que olvidando no se olvida,
que luchando se conjugan todas las grandes batallas,
y que solo el horizonte, el mar y las ganas,
me han enseñado un mundo que los cobardes rechazan,
que la lucha no se acaba y que yo creo en la esperanza,
en los hombres que aun sueñan, en lo mas puro del alma,
en los cantos de las ranas 
que aquella noche estrellada,
rompieron todos los mitos
y los misterios quemaban,
en aquel mismo momento, que tus manos me tocaban,
que tus besos fueron mios y tu saliva mi savia,
y el mundo se hizo pequeño cuando en aquella alborada,
nuestros cuerpos fueron uno, y el placer tendio una trampa,
y estallaron estrellitas y la luna se lunaba,
y el sabor era a tu cuerpo y tu boca bien mojada,
 recorria los secretos que guardan todas las damas,
y que entonces, las verdades, del mundo ya no importaban,
cuando despacio y muy hondo, me convertistes en tu esclava,
y  me codenaste entonces de por vida y de por tantas,
a tus besos seductores y a tus palabras que matan,
y a todos aquellos ritmos y melodias piratas,
que practicamos entonces, tu, y yo, y la madrugada.

Carta de amor a una mujer especial.

Ica, 20 de abril de 1825

Mi bella y buena Manuela:

 Cada momento estoy pensando en ti y en el destino que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y del amor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situacion por ti; porque te debes reconciliar con quien no amabas; y yo porque debo separarme de quien idolatro !!! Sí, te idolatro hoy más que nunca jamás. Al arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de tu alma y de tu corazón divino, de ese corazón sin modelo. Cuando tú eras mía yo te amaba más por tu genio encantador que por tus atractivos deliciosos. Pero ahora ya me parece que una eternidad nos separa porque mi propia determinaciónme ha puesto en el tormento de arrancarme de tu amor, y tu corazón justo nos separa de nosotros mismos, puesto que nos arrancamos el alma que nos daba existencia, dándonos el placer de vivir.
En lo futuro tú estarás sola aunque al lado de tu marido. Yo estaré solo en medio del mundo. Sólo la gloria de habernos vencido será nuestro consuelo. El deber nos dice que ya no somos más culpables!! No, no lo seremos más.

Carta de amor sin fecha, les invito a adivinar quien la escribio.


Manuela:
Llegaste de improviso, como siempre. Sonriente. Notoria. Dulce. Eras tú. Te miré. Y la noche fue tuya. Toda. Mis palabras. Mis sonrisas. El viento que respiré y te enviaba en suspiros. El tiempo fue cómplice por el tiempo que alargué el discurso frente al Congreso para verte frente a mí, sin moverte, quieta, mía…

Utilicé las palabras más suaves y contundentes; sugerí espacios terrenales con problemas qué resolver mientras mi imaginación te recorría; los generales que aplaudieron de pie no se imaginaron que describía la noche del martes que nuestros caballos galoparon al unísono; que la descripción de oportunidades para superar el problema de la guerra, era la descripción de tus besos. Que los recursos que llegarían para la compra de arados y cañones, era la miel de tus ojos que escondías para guardar mi figura cansada, como me repetías para esconder las lágrimas del placer que te inundaba.

Y después, escuché tu voz. Era la misma. Te di la mano, y tu piel me recorrió entero. Igual… que los minutos eternos que detuvieron las mareas, el viento del norte, la rosa de los vientos, el tintineo de las estrellas colgadas en jardines secretos y el arco iris que se vio hasta la media noche. Fuiste todo eso, enfundada en tu uniforme de charreteras doradas, el mismo con el que agredes la torpeza de quienes desconocen cómo se construye la vida.
Mañana habrá otra sesión del Congreso. ¿Estarás?

12 May 2011

Una descripcion hermosa de un heroe, por su amada.

Mientras que miro hacia afuera desde El puerto de Paita, realizo que mi vida es solamente una gota en el océano del tiempo. La sostengo y la amo, viajando lejos y viendo mucho, pero esa sola gota de mi vida nunca sera parte de un océano cuyo nombre es "Pacífico."

Viví en una época de revolución, cuando los países del mundo lucharon para su independencia, cuando Napoleón destruyo casi toda Europa, y cuando la guerra marchó a través del mundo. Ha sido solamente en estos años, recientes que he encontrado la paz. Pero aun hay una cosa que no me deja tranquila: mentiras.

Oyendo hablar de muchas recientes distorsiones, o negligencias, de hechos históricos referidos a la revolución sudamericana contra el yugo español, algunos incluso publicados por los que estaban allí y conocían mejor los hechos. Yo empiezo a sentir la necesidad de debo escribir una historia que diga la verdad. Más adelante, cuando oí hablar de la cancelación de la verdad, como aquellas escritas por mi amigo el general O’Leary, sentí que ya no podía tener mi pluma ociosa.

Hoy, cuando escribo esto, Simón Bolívar está siendo aceptando en su legítimo lugar en la historia, como héroe. Esto no ha sido siempre asi. En los años que siguieron su muerte en 1830, el fue olvidado e infangado por las ordernes de sus enemigos políticos. Al menos ahora, 25 años más tarde, el está siendo recordando como héroe.
Sus enemigos deben entender que no pueden suprimir a largo plazo su grandeza. Sin embargo ellos ahora han decidido decir otras mentiras. Ahora, desean alinearse con su grandeza, Bolívar se está transformando en un icono, un simple cuadro, un mito que sirva solamente a fines políticos.
Como cualquier otro hombre, Simón Bolívar no era un ideal, ni un mito, ni una figura romántica que siempre hizo lo justo; él era un hombre de una energía turbulenta y vivas contradicciones. Yo no se si tengo la aversión de que el sea pintando sin profundidad o, como antes simplemente ignorado por todos. También me fastidia que al mismo tiempo que esa negligencia y oscurecimiento, dirigida a él después de su muerte, ahora sea dirigida a nuestro amor.

Yo, quien estaba allí para proporcionarle cariño y ayuda a mi amigo y amante en los años de sus más grandes dificultades; Yo, quien salvo su vida; Yo quien lo ame completa e incondicionalmente, he sido vista por aquellos que ha escrito la historia como un defecto en su vida "perfecta".

Nuestra relación ha sido llamado ilícita porque fue santificada por no otra religión que nuestro puro amor, y así que no podría ser llamada. Me han llamado una "mujer pública" porque me atreví a amar y a permitir que el hecho que mi amor fuera conocido. Mis contribuciones a la revolución han sido llamadas exhibicionistas porque fui ostentosa en mis métodos sin curarme de quien expusiera la verdad. Mi implicación en la fabricación del nuevo mundo fue llamada insignificante porque yo fui "solamente una mujer". Estas injusticias son las razones que me obligaron a empezar este trabajo sobre mi relación con la historia.
Me prepuse originalmente hablar solamente de mis años con Bolívar. Sin embargo, el acto de contar esta historia se ha convertido en un acto de meditación, que, sin quererlo ha traído paz a mi vida, y yo he deseado paz por mucho tiempo. Como vuelvo atrás la mirada al panorama del tiempo, descubrí una profunda comprensión de la última mitad del siglo pasado que las acometidas de la vida me han permitido vivir. La primera parte de mi vida me proporcionó mucho del significado de la última parte. Yo me he visto menos y menos interesada de dar un soplo a mis enemigos y su indiferencia ante la verdad, y mas intrigada con la expresión de la belleza que encontré en mis memorias. Esta historia es mi vida entera.

Yo espero. Querido lector, que tu también puedas encontrar belleza en una vida vivida durante un tiempo de Guerra, cuando el mundo cambio para siempre.

Manuela Sáenz

11 May 2011

Desechando lo desechable, Marciano Durán

Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida.
No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos.
O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.
Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara.
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.
Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos… nuestros nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!
Sí, ya sé… a nuestra generación siempre le costó tirar.
¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!
Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.
¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.
Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
¡Nos están jodiendo!
¡¡Yo los descubrí… lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara.
¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon.
La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo.
Y no es que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo” pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”.
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo)
Me educaron para guardar todo. Toooodo!
Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir.
Le dábamos crédito a todo.
Sí… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.
Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no guardamos la primera caquita.
¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.
El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos. ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para qué?!
Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.
Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.
¡Tooodo guardábamos!

Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.
Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín. Las cosas no eran desechables… eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.

Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.

Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.
No lo voy a hacer.
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.

No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.
No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.
Y yo…no me entrego.

02 May 2011

Desde los afectos

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo

Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...

Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

Mario Benedetti ( Uruguay, 1920 - 2009)

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"A servir modestamente a los hombres me preparo; a andar, con el libro al hombro, por los caminos de la vida nueva; a auxiliar, como soldado humilde, todo brioso y honrado propósito: y a morir de la mano de la libertad, pobre y fieramente."

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