…Y nadie crea que a los países conquistadores, a los que están acostumbrados a invadir y saquear y matar, les preocupa que Cuba hiciera una revolución, rechazando el expolio. Eso no es más que una invención. Cuba no se rebeló nunca. Lo único que pasa hoy es que los países conquistadores, productores y traficantes de armas, con su riqueza han paliado el hambre, la incultura y la miseria de los países saqueados, y ahora también quieren hacerlo en Cuba. ¿Alguien dice que Cuba ayudó a países como Pakistán, Haití, Bolivia, Timor Oriental, y a tantos de África? No, nadie lo crea. Esos y otros países habían sido salvados por los países ricos. Hace ya mucho tiempo que los países occidentales con generosidad y grandes campañas de alfabetización y de extensión de la salud pública, eliminaron la miseria dentro y fuera de sus fronteras. El único país pobre que queda, y recalcitrante, es Cuba. Por eso hablan de él, lo sancionan y vigilan. No es que quieran hacer negocios en Cuba. No es que quieran aprovechar su capital humano. No es que quieran aplastar la idea de la solidaridad combativa de los pueblos. Nadie lo crea. Belén Gopegui. Rebelión
Voy a leerles un fragmento de un poema de A. Román, comentándolo luego de un modo posible aunque insuficiente. La versión original está en gallego y lo que sigue es sólo una traducción literal.
El destino del hombre
se llama socialismo
sirve para ser
imaginada y ordenadamente
dioses perdidos en la tierra
(...)
pero nadie crea
lo que siempre estuvo ahí (...)
Como bien sabemos, los medios de comunicación trabajan cotidianamente para que creamos tanto lo que nunca estuvo ahí como, a veces, lo que sí está: la falta, por ejemplo, de viviendas en Cuba. No es éste, sin embargo, un dato que quiera ocultar la revolución cubana. El canciller Felipe Pérez Roque lo explicó en su reciente visita a España: el gobierno tenía previsto construir este año cincuenta mil viviendas. Los últimos huracanes han causado destrozos en cientos de miles de casas, pero además han hecho que se vengan abajo por completo sesenta y cinco mil, de manera que en Cuba hay, efectivamente, importantes problemas de vivienda que tienen su origen en el bloqueo, en la colonización, en la pobreza, en la mala gestión de los recursos, en los desastres naturales, etcétera. Según ha señalado Santiago Alba, lo que no hay en Cuba y sí hay en los países que han exprimido a Latinoamérica durante años, son viviendas vacías por millones mientras otras personas no tienen casa.
Sin embargo, cualquiera puede jugar a sentirse economista por un día y aventurar qué tendría que hacer el gobierno de un país pobre, explotado y bloqueado para convertirse en un país del primer mundo y, recuerden, lograrlo sin explotar a otros. Quizá el economista repentino descubriese que el problema planteado concierne a más de un país y a más de un gobierno. Aun cuando sea un gobierno revolucionario. ¿Revolucionario? Sí, a no ser que sigamos la pauta del poema diciendo: nadie crea que en Cuba hubo una revolución. Nadie crea, por ejemplo, que ese elevado porcentaje de universitarios y universitarias cubanas que tantos defensores encuentra entre la derecha europea, logró su formación gracias a que un país se alzó en armas contra quienes estaban privándoles de sus derechos más elementales. No, qué va. Por el contrario, y como bien se sabe, en Ecuador o en Bolivia o en Guatemala hay, proporcionalmente, muchos más universitarios que en esa isla que tuvo el atrevimiento de querer conquistar su propio destino.
Fidel dijo una vez que el talento es masivo. Hay quien no está de acuerdo y seguramente tiene razón. A veces pasa que cuando diez mil personas estudian química, es más fácil que aparezcan cien químicos buenos, bastante más fácil que cuando son sólo cien personas quienes estudian, pero esto es pura casualidad, no tiene nada que ver con que las facultades de las personas puedan desarrollarse. Y si también pasara que cuando millones de niños tienen acceso al deporte y a la cultura, apareciesen no sólo mil buenos deportistas, sino generaciones enteras cultas y formadas, sería algo rarísimo. Así que nadie crea que esto ha ocurrido en Cuba.
Nadie crea que en Cuba hay un valioso “capital humano” codiciado por sus supuestos salvadores, los que quieren comprarlo por treinta monedas, los que sueñan con una Europa llena de cubanos cualificados que venderían muy baratos sus servicios cuando los grandes defensores de la libertad para explotar en Cuba lograran que se desmantelase todo lo que aquel pueblo en armas empezó a construir hace cincuenta años. Por supuesto que no. Cuba es una isla sin apenas recursos naturales, fue colonizada y saqueada igual que el resto de Latinoamérica y, como no hizo una revolución, por eso no hay en ella apenas cubanos ingenieros ni cubanas ingenieras, ni médicas, ni biólogos.
Por eso también ocurre que en España interesan una barbaridad los blogs de autores paraguayos y las numerosísimas películas del cine uruguayo y la abundante literatura haitiana y los miles de músicos guatemaltecos y los cientos de escritores salvadoreños, interesan desde luego mucho más que el inexistente cine cubano -porque en una isla pobre y reprimida, cómo va a haber cine- y que la famélica literatura cubana -porque en una isla pobre y reprimida, cómo va a haber voluntad de fomentar la reflexión, la capacidad que ofrece la literatura para construir un abanico de imaginarios-, etcétera.
Dice la Constitución de la República de Cuba que este país hace suyos los principios del internacionalismo proletario y la solidaridad combativa de los pueblos. Dice que reconoce la legitimidad de las guerras de liberación nacional y de la resistencia armada a la agresión y la conquista, pero esto no son más que palabras huecas. Que nadie las crea. Esas historias de cubanos que murieron en Angola, o de jóvenes procedentes de países pobres que estudian en Cuba, o lo de los médicos, y enfermeros y técnicos cubanos repartiendo solidaridad por el mundo... son bulos solamente. Y el mayor bulo de todos es la resistencia armada a la agresión y la conquista. Por el contrario y como se sabe, la población cubana fue la más dócil del universo, nadie crea que se rebeló una y otra vez contra cada opresor de su país. Nadie crea que hoy sigue luchando contra el bloqueo, argumentando contra lo injusto, reconstruyendo los hogares derribados.
Y nadie crea que a los países conquistadores, a los que están acostumbrados a invadir y saquear y matar, les preocupa que Cuba hiciera una revolución, rechazando el expolio. Eso no es más que una invención. Cuba no se rebeló nunca. Lo único que pasa hoy es que los países conquistadores, productores y traficantes de armas, con su riqueza han paliado el hambre, la incultura y la miseria de los países saqueados, y ahora también quieren hacerlo en Cuba. ¿Alguien dice que Cuba ayudó a países como Pakistán, Haití, Bolivia, Timor Oriental, y a tantos de África? No, nadie lo crea. Esos y otros países habían sido salvados por los países ricos. Hace ya mucho tiempo que los países occidentales con generosidad y grandes campañas de alfabetización y de extensión de la salud pública, eliminaron la miseria dentro y fuera de sus fronteras. El único país pobre que queda, y recalcitrante, es Cuba. Por eso hablan de él, lo sancionan y vigilan. No es que quieran hacer negocios en Cuba. No es que quieran aprovechar su capital humano. No es que quieran aplastar la idea de la solidaridad combativa de los pueblos. Nadie lo crea.
En cuanto al socialismo que siempre estuvo allí, en cuanto a la posibilidad de que los seres humanos sean libres y justos y felices, nadie la crea. El capitalismo es mejor porque nos permite alimentar la mezquindad y la autoestima al mismo tiempo. El hombre nuevo es una creación del capitalismo. Es aquel hombre profundamente injusto, intensamente explotado y sin embargo rebosante de autoestima. Éste es el horizonte que tenemos. Nadie crea nada más.
Texto leído en una mesa redonda sobre Cuba organizada por Espacio Alternativo en Madrid el 31 de Octubre de 2008 con la participación de Carlos Fernánez Liria y José Manuel Martín Medem.
Voy a leerles un fragmento de un poema de A. Román, comentándolo luego de un modo posible aunque insuficiente. La versión original está en gallego y lo que sigue es sólo una traducción literal.
El destino del hombre
se llama socialismo
sirve para ser
imaginada y ordenadamente
dioses perdidos en la tierra
(...)
pero nadie crea
lo que siempre estuvo ahí (...)
Como bien sabemos, los medios de comunicación trabajan cotidianamente para que creamos tanto lo que nunca estuvo ahí como, a veces, lo que sí está: la falta, por ejemplo, de viviendas en Cuba. No es éste, sin embargo, un dato que quiera ocultar la revolución cubana. El canciller Felipe Pérez Roque lo explicó en su reciente visita a España: el gobierno tenía previsto construir este año cincuenta mil viviendas. Los últimos huracanes han causado destrozos en cientos de miles de casas, pero además han hecho que se vengan abajo por completo sesenta y cinco mil, de manera que en Cuba hay, efectivamente, importantes problemas de vivienda que tienen su origen en el bloqueo, en la colonización, en la pobreza, en la mala gestión de los recursos, en los desastres naturales, etcétera. Según ha señalado Santiago Alba, lo que no hay en Cuba y sí hay en los países que han exprimido a Latinoamérica durante años, son viviendas vacías por millones mientras otras personas no tienen casa.
Sin embargo, cualquiera puede jugar a sentirse economista por un día y aventurar qué tendría que hacer el gobierno de un país pobre, explotado y bloqueado para convertirse en un país del primer mundo y, recuerden, lograrlo sin explotar a otros. Quizá el economista repentino descubriese que el problema planteado concierne a más de un país y a más de un gobierno. Aun cuando sea un gobierno revolucionario. ¿Revolucionario? Sí, a no ser que sigamos la pauta del poema diciendo: nadie crea que en Cuba hubo una revolución. Nadie crea, por ejemplo, que ese elevado porcentaje de universitarios y universitarias cubanas que tantos defensores encuentra entre la derecha europea, logró su formación gracias a que un país se alzó en armas contra quienes estaban privándoles de sus derechos más elementales. No, qué va. Por el contrario, y como bien se sabe, en Ecuador o en Bolivia o en Guatemala hay, proporcionalmente, muchos más universitarios que en esa isla que tuvo el atrevimiento de querer conquistar su propio destino.
Fidel dijo una vez que el talento es masivo. Hay quien no está de acuerdo y seguramente tiene razón. A veces pasa que cuando diez mil personas estudian química, es más fácil que aparezcan cien químicos buenos, bastante más fácil que cuando son sólo cien personas quienes estudian, pero esto es pura casualidad, no tiene nada que ver con que las facultades de las personas puedan desarrollarse. Y si también pasara que cuando millones de niños tienen acceso al deporte y a la cultura, apareciesen no sólo mil buenos deportistas, sino generaciones enteras cultas y formadas, sería algo rarísimo. Así que nadie crea que esto ha ocurrido en Cuba.
Nadie crea que en Cuba hay un valioso “capital humano” codiciado por sus supuestos salvadores, los que quieren comprarlo por treinta monedas, los que sueñan con una Europa llena de cubanos cualificados que venderían muy baratos sus servicios cuando los grandes defensores de la libertad para explotar en Cuba lograran que se desmantelase todo lo que aquel pueblo en armas empezó a construir hace cincuenta años. Por supuesto que no. Cuba es una isla sin apenas recursos naturales, fue colonizada y saqueada igual que el resto de Latinoamérica y, como no hizo una revolución, por eso no hay en ella apenas cubanos ingenieros ni cubanas ingenieras, ni médicas, ni biólogos.
Por eso también ocurre que en España interesan una barbaridad los blogs de autores paraguayos y las numerosísimas películas del cine uruguayo y la abundante literatura haitiana y los miles de músicos guatemaltecos y los cientos de escritores salvadoreños, interesan desde luego mucho más que el inexistente cine cubano -porque en una isla pobre y reprimida, cómo va a haber cine- y que la famélica literatura cubana -porque en una isla pobre y reprimida, cómo va a haber voluntad de fomentar la reflexión, la capacidad que ofrece la literatura para construir un abanico de imaginarios-, etcétera.
Dice la Constitución de la República de Cuba que este país hace suyos los principios del internacionalismo proletario y la solidaridad combativa de los pueblos. Dice que reconoce la legitimidad de las guerras de liberación nacional y de la resistencia armada a la agresión y la conquista, pero esto no son más que palabras huecas. Que nadie las crea. Esas historias de cubanos que murieron en Angola, o de jóvenes procedentes de países pobres que estudian en Cuba, o lo de los médicos, y enfermeros y técnicos cubanos repartiendo solidaridad por el mundo... son bulos solamente. Y el mayor bulo de todos es la resistencia armada a la agresión y la conquista. Por el contrario y como se sabe, la población cubana fue la más dócil del universo, nadie crea que se rebeló una y otra vez contra cada opresor de su país. Nadie crea que hoy sigue luchando contra el bloqueo, argumentando contra lo injusto, reconstruyendo los hogares derribados.
Y nadie crea que a los países conquistadores, a los que están acostumbrados a invadir y saquear y matar, les preocupa que Cuba hiciera una revolución, rechazando el expolio. Eso no es más que una invención. Cuba no se rebeló nunca. Lo único que pasa hoy es que los países conquistadores, productores y traficantes de armas, con su riqueza han paliado el hambre, la incultura y la miseria de los países saqueados, y ahora también quieren hacerlo en Cuba. ¿Alguien dice que Cuba ayudó a países como Pakistán, Haití, Bolivia, Timor Oriental, y a tantos de África? No, nadie lo crea. Esos y otros países habían sido salvados por los países ricos. Hace ya mucho tiempo que los países occidentales con generosidad y grandes campañas de alfabetización y de extensión de la salud pública, eliminaron la miseria dentro y fuera de sus fronteras. El único país pobre que queda, y recalcitrante, es Cuba. Por eso hablan de él, lo sancionan y vigilan. No es que quieran hacer negocios en Cuba. No es que quieran aprovechar su capital humano. No es que quieran aplastar la idea de la solidaridad combativa de los pueblos. Nadie lo crea.
En cuanto al socialismo que siempre estuvo allí, en cuanto a la posibilidad de que los seres humanos sean libres y justos y felices, nadie la crea. El capitalismo es mejor porque nos permite alimentar la mezquindad y la autoestima al mismo tiempo. El hombre nuevo es una creación del capitalismo. Es aquel hombre profundamente injusto, intensamente explotado y sin embargo rebosante de autoestima. Éste es el horizonte que tenemos. Nadie crea nada más.
Texto leído en una mesa redonda sobre Cuba organizada por Espacio Alternativo en Madrid el 31 de Octubre de 2008 con la participación de Carlos Fernánez Liria y José Manuel Martín Medem.
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