En un histórico trabajo publicado en la revista «Nature» en el año 1964 se les denominó «Homo habilis».
En la comunidad científica se produjo una controversia, ya que algunos expertos no aceptaron esta decisión debido a que encontraban similitudes con «Australophitecus» y «Homo erectus», que se encontraban entonces por encima y por debajo de «Homo habilis» en la escala de antigüedad. Richard Leakey, el mayor de los tres hijos de este matrimonio de paleoantropólogos, aportó años después las pruebas necesarias para apoyar el hallazgo de sus padres, al localizar en Kenia cráneos de unos dos millones de años de antigüedad. Fue el dato que faltaba para probar que existía un espacio para «Homo habilis». Ahora, cuarenta años después, se vuelve a abrir el debate sobre el árbol genealógico humano.
Formación e inicios
Louis Seymour Bazett Leakey nació el 7 de agosto de 1903 en Kenya, en el marco de una misión cristiana encabezada por sus padres. Su hogar inicial fue una carpa, y de ascendencia británica se formó en Inglaterra, matriculándose en la Universidad de Cambridge con el fin de convertirse en misionero en África Oriental, sin embargo, viajó en 1922 con el British Museum of Natural History a un sitio paleontológico de dinosaurios en Tanganica, donde comenzó a desarrollar un interés por la disciplina científica.
Contexto y descubrimientos
En las primeras décadas de trabajo de Leakey, la comunidad científica no mostraba simpatía por la idea de un origen africano del hombre.
África era un continente relegado, y las naciones europeas buscaban imponer su supremacía iuncluso en lo referente a la historia de los homínidos. El hombre de Piltdown fue una de las maniobras más arriesgadas y burdas de esta pretensión, en este caso británica.
En 1931, sin embargo, Louis y Mary Leakey protagonizaron un hallazgo crucial que abriría el paso al cambio radical de esta concepción años más tarde. En la garganta de Olduvai aparecieron unos instrumentos de aparente origen humano; hachas de mano de un millón de años de antigüedad, que posteriormente serían adscriptas a la industria de Homo Erectus.
No obstante, en 1959 se produjo el mayor hito de la paleoantropología hasta entonces: el hallazgo del primer Homo habilis.
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