La Habana es linda cantidad. Yo siempre se lo digo a mi mujer.
Así empieza "La última mujer y el próximo combate", la novela más apologética y comercial de la literatura post 1959 cubana del escritor Manuel Cofiño López.
Tienes razón, La Habana es linda cantidad. Tan bella resulta que la envuelve un inexplicable hechizo. Cada día se derrumba, y sin embargo, embruja al visitante. Desde El Morro encanta la mirada. Vista en la distancia, un halo de luz azul pone en su atmósfera una magia de mar en calma. El colorido que usa el sol en su entorno es una fiesta en la pupila. No hay manera de no amarla. El ojo, maravillado, empieza a deslizarse y descubrir.
Resurgen palacetes, brotan monumentos históricos, se reabren cafeterías, viejos hoteles reestrenan el antiguo esplendor. Las calles recién adoquinadas, las plazas reanimadas, dan la impresión de que en cualquier momento se ha de oír el llanto de Cecilia Valdés por Leonardo Gamboa.
Tienes razón, La Habana es linda cantidad. Tan bella resulta que la envuelve un inexplicable hechizo. Cada día se derrumba, y sin embargo, embruja al visitante. Desde El Morro encanta la mirada. Vista en la distancia, un halo de luz azul pone en su atmósfera una magia de mar en calma. El colorido que usa el sol en su entorno es una fiesta en la pupila. No hay manera de no amarla. El ojo, maravillado, empieza a deslizarse y descubrir.
Resurgen palacetes, brotan monumentos históricos, se reabren cafeterías, viejos hoteles reestrenan el antiguo esplendor. Las calles recién adoquinadas, las plazas reanimadas, dan la impresión de que en cualquier momento se ha de oír el llanto de Cecilia Valdés por Leonardo Gamboa.
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