23 de julio de 2010
por Idania Rodríguez Echevarria, AIN *
Haydeé Santamaría Cuadrado [1922-1980], fue la mujer cubana que, junto a Melba Hernández, participó en las acciones del asalto al cuartel Moncada en 1953, liderado por Fidel Castro y que la convirtió en heroína de esa gesta libertaria.
Fue también de esas figuras que desbordó inteligencia y se entregó con tesón a cada una de las tareas encomendadas por la Revolución.
Yeyé, como le decían cariñosamente, llegó a crear la Casa de las Américas, institución emblemática de la cultura cubana que la vio caminar por sus predios con la extraordinaria sencillez que caracterizó a esta revolucionaria de talla universal.
Haydee estuvo entre las encargadas de sacar de la cárcel en forma clandestina y de recomponer, por distintas vías, el célebre alegato de Fidel Castro en el juicio ante sus captores conocido popularmente como La historia me absolverá.
Más tarde, descolló como una de las cofundadoras y miembro del Comité Central del nuevo Partido Comunista cubano (fundado en 1965, a partir de la unidad de varias organizaciones lideradas por el Movimiento 26 de Julio), e integró además la presidencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).
Mujer cabal, amó entrañablemente a sus hijos Celia y Abel y sobre todo al Che y a Fidel, con quienes compartió la trinchera de combate.
Su hija Celia escribió en una oportunidad que su madre y Celia Sánchez Manduley habían formado una especie de cofradía revolucionaria.
por Idania Rodríguez Echevarria, AIN *
Haydeé Santamaría Cuadrado [1922-1980], fue la mujer cubana que, junto a Melba Hernández, participó en las acciones del asalto al cuartel Moncada en 1953, liderado por Fidel Castro y que la convirtió en heroína de esa gesta libertaria.
Fue también de esas figuras que desbordó inteligencia y se entregó con tesón a cada una de las tareas encomendadas por la Revolución.
Yeyé, como le decían cariñosamente, llegó a crear la Casa de las Américas, institución emblemática de la cultura cubana que la vio caminar por sus predios con la extraordinaria sencillez que caracterizó a esta revolucionaria de talla universal.
Haydee estuvo entre las encargadas de sacar de la cárcel en forma clandestina y de recomponer, por distintas vías, el célebre alegato de Fidel Castro en el juicio ante sus captores conocido popularmente como La historia me absolverá.
Más tarde, descolló como una de las cofundadoras y miembro del Comité Central del nuevo Partido Comunista cubano (fundado en 1965, a partir de la unidad de varias organizaciones lideradas por el Movimiento 26 de Julio), e integró además la presidencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).
Mujer cabal, amó entrañablemente a sus hijos Celia y Abel y sobre todo al Che y a Fidel, con quienes compartió la trinchera de combate.
Su hija Celia escribió en una oportunidad que su madre y Celia Sánchez Manduley habían formado una especie de cofradía revolucionaria.
La vasta cultura de Haydeé la hizo de igual modo ganarse un prestigio internacional que la elevó a planos superiores dentro de la intelectualidad cubana que la amó y respetó por sus dotes de dirigente cabal y ejemplo imperecedero.
Haydée tuvo responsabilidad en el traslado de las armas hacia Santiago de Cuba para el ataque al Moncada y su misión consistiría en tomar el Hospital Saturnino Lora para atender a los heridos.
Tras ser apresada y luego liberada junto con su compañera Melba Hernández, retomó las actividades de agitación contra la dictadura difundiendo el alegato de defensa de Fidel Castro La historia me absolverá.
Haydée tuvo responsabilidad en el traslado de las armas hacia Santiago de Cuba para el ataque al Moncada y su misión consistiría en tomar el Hospital Saturnino Lora para atender a los heridos.
Tras ser apresada y luego liberada junto con su compañera Melba Hernández, retomó las actividades de agitación contra la dictadura difundiendo el alegato de defensa de Fidel Castro La historia me absolverá.
Con el inicio de la lucha guerrillera, Haydée participó tanto en las acciones del Movimiento 26 de Julio en las ciudades como en la Sierra Maestra, donde creó el pelotón María Grajales del Ejército Rebelde en 1958 y el cual estaba compuesto íntegramente por mujeres.
Murió el 28 de julio de 1980, pero el pueblo la recuerda como una extraordinaria persona que abrazó a la Revolución y a Fidel y convirtió cada obra suya en una lección de amor.
Hasta la victoria siempre, Che querido
[Carta de Haydée Santamaría al Che Guevara, escrita después del asesinato del Che en Bolivia]
Che: ¿dónde te puedo escribir? Me dirás que a cualquier parte, a un minero boliviano, a una madre peruana, al guerrillero que está o no está pero estará. Todo esto lo sé, Che, tú mismo me lo enseñaste, y además esta carta no sería para ti. Cómo decirte que nunca había llorado tanto desde la noche en que mataron a Frank, y eso que esta vez no lo creía. Todos estaban seguros, y yo decía: no es posible, una bala no puede terminar el infinito, Fidel y tú tienen que vivir, si ustedes no viven, cómo vivir. Hace catorce años veo morir a seres tan inmensamente queridos, que hoy me siento cansada de vivir, creo que ya he vivido demasiado, el sol no lo veo tan bello, la palma, no siento placer en verla; a veces, como ahora, a pesar de gustarme tanto la vida, que por esas dos cosas vale la pena abrir los ojos cada mañana, siento deseos de tenerlos cerrados como ellos, como tú.
Cómo puede ser cierto, este continente no merece eso; con tus ojos abiertos, América Latina tenía su camino pronto. Che, lo único que pudo consolarme es haber ido, pero no fui, junto a Fidel estoy, he hecho siempre lo que él desee que yo haga. ¿Te acuerdas?, me lo prometiste en la Sierra, me dijiste: no extrañarás el café, tendremos mate. No tenías fronteras, pero me prometiste que me llamarías cuando fuera en tu Argentina, y cómo lo esperaba, sabía bien que lo cumplirías. Ya no puede ser, no pudiste, no pude. Fidel lo dijo, tiene que ser verdad, qué tristeza. No podía decir "Che", tomaba fuerzas y decía "Ernesto Guevara", así se lo comunicaba al pueblo, a tu pueblo. Qué tristeza tan profunda, lloraba por el pueblo, por Fidel, por ti, porque ya no puedo. Después, en la velada, este gran pueblo no sabía qué grados te pondría Fidel. Te los puso: artista. Yo pensaba que todos los grados eran pocos, chicos, y Fidel, como siempre, encontró los verdaderos: todo lo que creaste fue perfecto, pero hiciste una creación única, te hiciste a ti mismo, demostraste cómo es posible ese hombre nuevo, todos veríamos así que ese hombre nuevo es la realidad, porque existe, eres tú. Que más puedo decirte, Che. Si supiera, como tú, decir las cosas. De todas maneras, una vez me escribiste: "Veo que te has convertido en una literata con dominio de la síntesis, pero te confieso que como más me gustas es en un día de año nuevo, con todos los fusibles disparados y tirando cañonazos a la redonda.
Esa imagen y la de la Sierra (hasta nuestras peleas de aquellos días me son gratas en el recuerdo) son las que llevaré de ti para uso propio". Por eso no podré escribir nunca nada de ti y tendrás siempre ese recuerdo.
Hasta la victoria siempre, Che querido.
Haydée
Carta enviada desde la prisión por Haydée Santamaría a sus padres
[escrita en 1953, después del asalto al cuartel Moncada, al llegar a la cárcel de mujeres de Guanajay]
Ya estoy en Guanajay. Desde que llegué, iba a escribirles, pero sé sabían de mi estancia aquí por Elena y Manuel y que sabían estaba muy bien.
Creo hace como 15 días estoy aquí y pensé era mejor esperar unos días para escribirles y contarles algo de esto y como son las cosas para venir [a visitarme], y si podían hacerlo y si dejaban entrar niños, para que me trajeran a Carín [Sobrina de Haydée. En ese entonces una bebita]. Pueden decirles que los pueden traer, y las visitas son los domingos de 2 de la tarde a 6.
Quiero que sepan que estoy muy bien, [por lo] que ustedes no se preocupen en venir. Todos los domingos vienen muchas personas y nos traen de todo, además, la comida es buena, así que no deben tener preocupaciones. Si creo que el domingo que vengan, que no debe ser más de una vez al mes, me lo comuniquen antes, para [que] ese domingo no vengan más visitas para así poder estar con ustedes y no tener que atender a más gente que sí vienen todos los domingos por ser de aquí. Por eso, deben avisar antes de venir; les repito, estoy de lo mejor, si no fuera por la preocupación de ustedes por mí, y por saber el dolor que tienen al pensar que no tendrán más a Abel [Abel Santamaría, hermano de Haydée, asaltante del cuartel Moncada junto a Fidel, capturado, torturado y asesinado por los torturadores de Batista] con ustedes, pudiera decirles que soy casi feliz. Si ustedes pensaran como yo sobre Abel, pudieran también, si no ser felices, no ser tan desgraciados como sé que son.
Mamá, Nino [sobrenombre cariñoso empleado por Haydée con su padre Benigno Santamaría], sé bien que nada que les diga les quitará esta terrible pena, tal vez cuando pasen los años me entenderán, cuando tengan de verdad la seguridad [de] que ustedes son padres privilegiados, que siempre tendrán a ese hijo, y lo tendrán tal como era, bueno, joven, hermoso, jamás ese hijo será como tendrán a los otros, estos otros se convertirán en viejos, feos, agrios. Abel fue, es y será ese hijo que no envejece, siempre seguirá con su cara tan linda, siempre seguirá para ustedes, para todos nosotros con su fuerza, con su infinita ternura, será quien nos haga ser de verdad buenos, será siempre el guía, y para ustedes, será el hijo más cercano. Piensen bien que ya ustedes han sufrido cambios, cambios tan grandes y bellos, que aunque fuera por eso sólo me conformo, soy casi feliz; Abel los ha hecho cubanos, Abel ha logrado que ustedes amen esta tierra, amen la hermosa tierra donde nació, y creo que es lo único que él amaba más que a ustedes.
Como ustedes pueden pensar, no tendrán más [a] Abel, [pero] si él desde Santa Ifigenia les ha dicho: quieran a Cuba, quieran a Fidel, y ustedes, aunque antes él se lo pidió, es hoy cuando han entendido esa verdad, y yo, si no los viera más a ustedes, sentiría la felicidad de tener siempre padres, porque han sabido ser padres de Abel.
Mamá, Nino, y tú sobre todo Mamá, si me dijiste tantas veces que yo nada más quería [a] Abel, que era el único que me importaba en la familia, y hoy vivo, no soy desgraciada; [¿]Porqué tú no vas a vivir, no ser desgraciada[?].
Van a vivir más que nunca para él, vas a amar lo que tanto amó; puedes dedicarte a defender lo que era la razón de su vida: los trabajadores de Constancia [Central azucarero Constancia. La Revolución Cubana lo bautizó, luego del triunfo, Abel Santamaría Cuadrado], no los Luzarragas [apellido de los terratenientes explotadores de la zona donde vivía la familia Santamaría Cuadrado].
Mamá, ahí tienes [a] Abel, [¿]No te das cuenta Mamá[?]. Abel no nos faltará jamás. Mamá, piensa que Cuba existe y Fidel está vivo para hacer la Cuba que Abel quería. Mamá, piensa que Fidel también te quiere, y que para Abel, Cuba y Fidel eran la misma cosa, y Fidel te necesita mucho. No permitas a ninguna madre te hable mal de Fidel, piensa que eso sí Abel no te lo perdonaría.
HaydéeEn 1955 participó en la fundación del Movimiento 26 de Julio y, al año siguiente, es una de las organizadoras de la insurrección del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, que tenía como objetivo apoyar a los guerrilleros que en esas fechas debían invadir Cuba a bordo del Granma.